Estimados, comparto mi reciente artículo sobre educación, publicado en la pág. 14 de la edición del jueves 26 del Semanario Voces.
Vaz Ferreira y Grompone o el divorcio del sistema educativo
Continuando
con nuestras columnas sobre educación, en esta ocasión abordaremos otro de los
ejes que habíamos señalado como fundamentales: el apostar a la formación
permanente de los educadores bajo una perspectiva que supere la crisis
histórica de la separación entre lo pedagógico y el campo de la investigación.
A
ochenta años de la creación por ley de nuestra Educación Secundaria
(anteriormente, denominada Enseñanza Secundaria), es importante señalar algunos
lineamientos históricos que nos permitan ir vislumbrando parte del problema de
la formación y tarea docente para este nivel educativo.
No
será hasta el año 1935 -en plena dictadura de Terra- con la creación del
Consejo de Educación Secundaria por ley del día 11 de diciembre, que se dé la
separación de este nivel educativo de la órbita de la Universidad, lo cual
trajo consigo una intensa polémica y supuso un mojón central en la historia de
Secundaria, representando la efectiva desvinculación de la Enseñanza Media de
la órbita universitaria, asunto frente al cual Carlos Vaz Ferreira –quien desde
hacía décadas era una presencia central en la vida intelectual y educativa del
país, siendo por ese entonces el rector de la Universidad- se opuso
fuertemente, en tanto consideraba que afectaría a la formación de los futuros
docentes, al atarlos meramente a las demandas sociales más inmediatas que
recaían en el sistema de educación media, y temiendo que los objetivos de ese
nivel educativo se vieran trastocados y dejaran de ser los de formar para la
cultura universitaria y el saber por el saber, para terminar atados a los
vaivenes del campo laboral y la vacía acreditación de competencias básicas y de
bajo nivel cultural.
Ciertamente,
el trajinar de la historia educativa del país le dará ampliamente la razón a
Vaz Ferreira. Y la masificación del sistema –tan deseable, tan valiosa, tan
justa socialmente, como nefasta para un sistema que nunca pudo adaptarse
adecuadamente a las nuevas realidades que le fue tocando vivir- tuvo mucho que
ver en ese derrotero que Vaz Ferreira visualizó con tanta precisión y
anticipación histórica. Ya el primer Consejo Nacional de Enseñanza Secundaria,
que tuvo como su primer Director a Eduardo de Salterain Herrera, debió enfrentar tareas relacionadas con un
acentuado crecimiento y expansión del sistema, incluyendo diversas realidades
socio-económicas, asunto para lo cual el sistema no estaba preparado y que nos
lleva a otro momento crucial en la historia de la enseñanza secundaria y de la
formación docente para ese nivel educativo: la creación del Instituto de
Profesores Artigas. En julio de 1949 se crea por ley el instituto de Profesores
-y por un artículo de otra ley de agosto de 1950 se le denomina “Artigas” (al
cumplirse en ese año el centenario de la muerte del prócer)- y en 1951 comienza
a funcionar el IPA, bajo la dirección de Antonio Grompone, su mentor
intelectual.
Y
aquí paramos, en este punto de la historia de la educación uruguaya, para
centrarnos directamente en la dupla Vaz Ferreira-Grompone, en sus dos visiones
sobre la educación –y la formación docente en particular-, que preceden y
determinan, en buena medida, la creación del IPA por un lado y la creación de
la Facultad de Humanidades y Ciencias por el otro, punto clave respecto del
“divorcio” entre la formación pedagógica
y la formación en el campo de la investigación, cuyas secuelas nos
siguen afectando hasta el día de hoy, tanto en lo que compete a cómo se forman
nuestros docentes como al devenir de la calidad de nuestras instituciones
educativas.
El
punto relevante de esta cuestión es que mientras Vaz Ferreira apunta a un
docente poseedor de una vasta cultura general, portador de un “espíritu libre”
e independiente, de un saber desinteresado por oposición a un saber utilitario,
en Grompone tenemos una mirada que apunta más a un docente que se
profesionalice en su actuación pedagógica en la emergente y compleja realidad
social del contexto inmediato y en sus particulares actores involucrados,
tomando en cuenta el específico nivel educativo donde va a desarrollar su
tarea, o sea, contemplando, entre otros asuntos, las consecuencias de la
masificación del ingreso de estudiantes a la enseñanza media, sus intereses en
relación a las expectativas de los diversos estratos sociales, buscando un
profesional de la educación que atienda a esas particulares características del
sistema medio, el cual rápidamente se iba ensanchando.
Y
digamos que estas dos visiones, que son posibles de señalar una como
“idealista” -en el sentido vazferreireano de la búsqueda de ese espíritu
desinteresado, de infundir una cultura amplia, de la construcción autónoma de
la conciencia individual como materia intelectual y ética necesaria para
formarse, alejado de la mera fiscalización del saber y más allá de las
instituciones educativas y sus necesidades emergentes- y otra como “práctica” -en el sentido que
Grompone le da a la tarea de responder a las necesidades sociales que para la
enseñanza secundaria marcaba la época, haciendo imprescindible una particular
institucionalización de la formación docente para ese nivel, buscando
profesionalizarla en miras de responder a la nueva diversidad que se le
presentaba y a los nuevos objetivos, que ya no podían pasar por el de ser
meramente una enseñanza de estudios preparatorios para el ingreso a la
universidad o para formar una aristocracia cultural- es que se proyectarán dos
miradas que aparecen tan vigentes hoy en día -y más preocupantemente presentes
en su separación a la hora de las prácticas institucionales que conforman
nuestro sistema educativo- como en esos
años 40’ y 50’ del siglo pasado.
Las
perspectivas de Vaz Ferreira y Grompone sobre el sentido de la educación media
y la formación docente, no hacen más que explicitar –y finalmente
institucionalizar- un problema heredado desde nuestra conformación como nación
y que resultó acuciante en determinado momento de nuestra historia educativa.
La
separación de la Enseñanza Secundaria de la Universidad -resuelta en un
contexto de crisis institucional del país, sin un debido debate e impulsando en
buena medida un divorcio entre un perfil docente apuntando a las necesidades
sociales y prácticas del contexto del alumnado de secundaria y otro perfil
apuntando a la libre formación e investigación universitaria- terminó a la
larga afectando a ambos niveles (secundaria y universidad) y es un problema
fuertemente presente, de delicado costo intelectual y cultural para el país, que
ha generado un prolongado divorcio entre docencia e investigación, punto clave
para comprender algunos de los actuales problemas que presenta la efectiva
práctica docente en la educación media.
Así,
es prioritario trabajar sobre la idea de complementariedad, punto central para
comprender y eventualmente encaminar la resolución de ese viejo problema, de ese
“tajo” educativo y cultural que se terminó construyendo y que se fue acentuando
con el correr de los años en las prácticas institucionales enraizadas a nivel
educativo.
Grompone
y Vaz Ferreira son necesariamente complementarios y no opuestos. El sistema
educativo nacional necesita una reestructuración que contemple la posibilidad
de inyectar de mayor “espíritu universitario” a la formación docente para
secundaria y, claro, una Universidad que a su vez involucre marcadamente el
“espíritu” de vínculo con el contexto social de su alumnado, abandonado su
habitual torremarfilismo.
Se
deben generar y apoyar proyectos educativos que atiendan el desarrollo de
tareas de investigación tanto en el cuerpo docente como en el alumnado, que
recojan las diferentes aristas temáticas que hacen a la reflexión respecto del
campo educativo en su vínculo con la sociedad y viceversa, contextualizando –a
su vez- el abordaje teórico en la experiencia inmediata, en el entorno vital,
del docente/alumno.
El
educador como intelectual transformador -vinculando su práctica con la
investigación, impulsando y fortaleciendo su formación permanente- no debe ser visto como una utopía o un lugar
común de las habituales buenas intenciones teóricas, sino como una necesidad
vital para el mejoramiento de nuestro sistema educativo, o sea, de nuestra
sociedad en su conjunto. Las políticas educativas deben apuntar fuertemente en
tal sentido.
Recuperarnos
del histórico “divorcio” entre Vaz Ferreira y Grompone es uno de los
principales desafíos que nuestra comunidad debe atender en relación al campo
educativo.
4 comentarios:
Me parece muy claro y comprensible el planteo. Es para mí necesariamente compartible, también con otros
¡¿gracias por cooperar con nosotros y nosotras!
Gracias por la lectura y el amable comentario, Susana.
Abrazos
Buen artículo. Interesante. Primera vez que te leo.
Muchas gracias, Alejandra, por el interés y la amable respuesta.
Abrazos y feliz 2017!
Publicar un comentario