sábado, 29 de mayo de 2010

¿"Universidad de la calle" o "Academia"?

Estimados/as, en el programa radial Viva la tarde, de Radio Sarandí (http://www.sarandi690.com.uy , conducido por Juan Sader y Clara Berenbau) se propusieron intentar responder a la cuestión de ¿qué es “tener calle”? y de si es posible hablar de una “universidad de la calle” contrapuesta a una “universidad académica”. Y para tal cuestión dedicaron unos minutos de charla telefónica con Julio Toyos (representante en el asunto como “rector” de la “universidad de la calle”) y con quien escribe en estas líneas. Como para distendernos de buena manera entre los debates políticos, educativos y filosóficos que se van generando en el blog, les invito a escuchar un compilado de esos minutos del programa. Y, claro, serán bienvenidos los comentarios que quieran dejar sobre tal mundano asunto.

Lo escuchan online aquí mismo, desde este reproductor:


o también pueden hacerlo desde este link: http://www.goear.com/listen/9d4760b/universidad-de-la-calle-o-academia-julio-toyos-y-pablo-romero

Y les dejo como anticipo algunas expresiones allí volcadas, para ir viendo por donde fue finalmente el tema

Julio Toyos: Yo no sé si tengo calle, pero soy un callejero. Poco antes de los 9 años ya vendía diarios pero tampoco faltaba a la escuela. (…) Los muchachos que se crían en la calle son en la primera juventud más precoces que los caseros, estudiosos y aplicados, pero cuando el aprendizaje rápido, callejero, se agota, son superados por los otros, por los que se preparan para la vida. Solo se puede competir con calle si como autodidacta uno aprende mil y una cosa. (…) El café era un ámbito para socializarse, era el aula de los muchachos de la calle. Todo ha cambiado. La calle ya no es la misma, tiene otros riesgos, andan las drogas, las borracheras son complicadas, diferentes. (…) El que es bohemio, bohemio, pero bohemio, bohemio, que no tiene familia, que no tiene finanzas, que no tiene preocupación, está condenado a morir abajo de un puente.

Pablo Romero: Hay una diferencia entre aquellos intelectuales, gente proveniente de la academia, que tienen calle y aquel que no la tiene. Suelen asociar más rápidamente las problemáticas teóricas con la realidad circundante. (…) Esa universidad de la vida y esa universidad más académica deberían ser complementarias. (…) A lo sumo, a tener calle hay que complementarlo debidamente. (…) Tener calle es como una forma de desarrollo de una inteligencia vital, como un desarrollo de la perspicacia, como un sentido de la intuición que es un fundamental: te sirve en la vida, te sirve también en la academia. Es el que tiene habilidad de “sacar la ficha” de una situación o respecto de algunas personas que otras no logran hacerlo. Es como tener desarrollado un sentido común en conjunto con el sentido de la empatía. (…) Tener desarrollado como ese olfato intuitivo que te da el tener calle incluso creo que puede ser un plus en el sentido hasta de salvarte la vida en una situación concreta. En alguna situación de peligro, tener calle o no tener calle pueda llegar a hacer una diferencia. Y eso no siempre se logra aprender en los libros. Creo que tienen que complementarse pero para moverse en el mundo tener calle seguramente es un plus que te juega bastante a favor.”

8 comentarios:

Mateo Dieste dijo...

No es una relación bipolar; ninguna es definitivamente superior a la otra. Pero creo que acá, en Uruguay, el intelectual que tiene "calle" se destaca por una singular lucidez. ¿En qué se traduciría esto? En un gran desafío -ya iniciado por suerte-, a saber: el de conciliar la crítica auténtica con los requisitos comunicativos que impone el mercado. El periodismo viene a ser el espacio a conquistar, el espacio necesario para captar al público desorientado de siempre, en fin, es la forma a través de la cual se podría "competir" contra la TV con cierta eficacia. ¿Difícil? Sólo para el erudito soberbio y miope que no renuncia a su fantasía de "dar cátedra" a la europea.

Arriba Pablo, ¡hay que marcar tendencia! (A ver si el vejestorio académico se arrima y cede un poquito, che).

Mateo.

Anónimo dijo...

Mateo, totalmente de acuerdo contigo en la lectura del asunto respecto de los espacios que hay que ocupar y de cómo se deben conjugar esas cualidades que señalás. Abrazo grande, Pablo Romero

Anónimo dijo...

Me pareció sumamante interesante este articulo asi como la entrevista al "licenciado en la calle".Creo que las dos universidades ,la de la calle y la académica son complementarias totalmente.El conocimiento teorico sin recorrido vital es igual de hueco que el recorrido practico sin un marco teorico donde sustentarse y trascender más allá de nuestras narices.Mis totales felicitaciones por abordar un tema tan interesante y enriquecedor!!!!!!
Marina.

Anónimo dijo...

Felicitaciones por un tema que a simple vista puede resultar poco profundo pero que sin embargo, reviste -en mi opinión y para el logro de un pleno desarrollo personal e intelectual- no poca importancia.
Junto a mi hermano -radicado en Europa hace ya muchos años- hemos tenido el privilegio de tener, desde la niñez, mucha calle; con un par de kioscos de diarios y revistas como fuente de ingreso familiar, el "dar una mano" a los viejos se tornó siempre una responsabilidad natural que se inició con trabajar un rato los fines de semana en la tarde del sábado y las mañanas de los domingos. Ello -aunado a la sabiduría del viejo de vivir cerca- nos dió incluso la obligatoriedad -desde pequeños- de andar "solos". Salvando las diferencias de situación social hace 40 años atrás y las que imperan hoy en día (demasiado saturadas de miedos inventados y amplificados las actuales, en mi opinión), sigo recordando y actuando hasta el día de hoy en base a los viejos conceptos y enseñanzas.... andar por la calle poniendo atención a lo que me rodea.... teniendo menos miedo al borracho que a las barritas.... caminar de noche por la calle mirando el tránsito y no contra la pared... y una laaaaaarga cadena de recomendaciones que al día de hoy, sigo transmitiendo a mi hijo.
Años después -trabajando ya- tuve un clave momento de confrontar cómo "la calle" resulta una especie de "universidad lateral" sin la cual resulta imposible el ejercicio inteligente de muchísimas profesiones. Por mi experiencia personal -trabajé muchísimos años en publicidad- tuve oportunidad de conocer a quienes se incorporaron a este negocio ya con formación universitaria... pero claro... sin tener idea de qué diablos era el famoso "punto de venta", por ejemplo.. Entonces, empezó a llegar al mercado un montón de jóvenes, con grandes y ampulosas titulaciones que sin embargo, nunca en la vida había pisado un almacén, por ejemplo... Y entonces claro... tooooooooooodos los tecnicismos del buen marketing se transformaban en ideas absolutamente falaces ya que no tenían el sustento del real conocimiento. Uno de los más talentosos creativos publicitarios de nuestro medio no tiene ningún título universitario y sin embargo, ha sido el artífice del mejor slogan de la historia publicitaria de nuestro país: "Acá nos conocemos todos". (Claudio Invernizzi dixit en su campaña para Nix). Tenemos un país riquísimo en historia de Universidades de la Calle... el Sorocabana fue una de sus principales aulas... como lo fue el viejo Café Montevideo y el querido y recordado Mincho y tantos otros... Y el cierre de estas aulas creo que ha dejado a las generaciones posteriores sin la posibilidad de una valiosa pasantía...
Resulta obvio que no se logra el éxito sin la formación académica.. el mundo de hoy ya no lo permite pero en mi modesta opinión, pobre! de aquel o aquella que se quede sólo con él.... La tecnología -bienvenida siempre pero indudable y terrible promotor de la individualidad y la soledad- creo que ha tenido una gran incidencia -en mi opinión- en esa vida muchas veces "por fuera"... El facilitarnos el acceso a conocer lo antiguamente lejano o inalcanzable -solos, encerrados en casa y encima conectados a un MP3, 4 o 5.000)- creo que también nos ha restringido la observación primordial: de lo nuestro, de lo que nos rodea, de lo que vive y palpita a nuestro alrededor. Única forma de bajar a tierra y hacer comprensible y accesible el dogma impreso en cuerpo 8.
Anaitat

Anónimo dijo...

creo que no estuvo bien elegido el "académico de la calle" que es un personaje encantador pero no es precisamente alguien que tenga un peso relevante por su aporte a la cultura nacional. si no está al aire de algún programa de TV o no tiene espacio en la radio, no existe. pero la historia da mejores ejemplos sobre personajes que sin tener una formación más allá del café y la conversación han dejado una marca, como podría ser el pintor Manuel Espínola Gómez que animó tertulias en varios bares, cursó solamente la escuela y su obra forma parte de importantes colecciones así como sus escritos, reflexiones y debates sobre los más diversos asuntos. Fui usuaria durante años de una mesa en el Sorocabana donde había debates interesantes a veces pero otras puro aire. Igual que la universidad, a veces se planteaban cosas trascendentes y otras veces...pura chachara.

G dijo...

Aunque no aporta mucho, se me ocurrió que el correspondiente de "aprender" en la educación formal vendría a ser "curtirse" en la escuela de la calle, más como a nivel cuerpo, no?
Saludos!

Anónimo dijo...

Gracias Marina por tu amable comentario. Luego, Anaitat, quiero expresarte que me siento identificado en varios puntos de tus reflexiones y anécdotas al respecto, sobre todo en el hecho de que también mi padre tenía -y tiene aún- un kiosco de diarios y revistas y desde los 13 años trabajé en el negocio familiar repartiendo diarios y asumiendo esos valores de cierta forma de tener "calle". Años después abandoné los estudios, hasta que finalmente me reenganche en un liceo para adultos y terminé secundaria. Y ya seguí de largo hasta el profesorado de Filosofía y la Licenciatura en Filosofía en Humanidades. Creo que la experiencia previa de esa cierta "calle" y de incluso ser un alumno tardío del sistema educativo formal me ayudó mucho a tener otra visión de lo "académico”. Creo que lo mejor es amalgamar ambas experiencias, ambos saberes, entre el formal y el informal, aunque sigo pensando que el plus que te da la “calle” suele ser decisivo (pero, repito, en tanto funcione como un plus y no como único saber incorporado).
Abrazos, Pablo Romero

Pat C dijo...

Creo que todos tenemos en cierta medida “calle” ya que todos tenemos una experiencia de vida, una historia que nos fue conformando como sujetos, y lo que en realidad define el tener o no tener “calle” es más un tema de actitud y posición en ella.
A su vez, por más que la palabra “calle” alude directamente a la calle como tal, me parece difícil definir “el tener calle” únicamente como el espacio del boliche, del juego de pelota o el espacio puramente callejero, creo que “tener calle” pasa más por las experiencias de vida efectivamente vividas, cómo son vividas y lo que se aprende de ellas; la forma de prestar atención a las personas, la forma en que se escucha, se mira, se dialoga, cómo se entabla una relación con el Otro, determinaran la acumulación de experiencias vividas y conocimientos ganados. Dos personas podrían vivir experiencias similares y sin embargo posicionarse en forma distinta ante la vida; quizás pudiéndose decir que uno tiene “más calle” que otro, cuando en realidad de lo que se trata es de deseo, sentido, curiosidad, empatía.
Por otro lado tenemos la llamada “academia”; desde la cual incluso hubo intentos de autoanálisis - como ser en el texto "Homoacademicus” de Bourdieu, entre muchos otros. Creo que la gran diferencia entre lo que llaman “Universidad de la calle” y la “Universidad de la academia” podría estar en que la segunda no se reduce a simple observación, análisis y racconto de hechos sociales supuestamente inmodificables, sino que se rige bajo el supuesto básico de que “aunque primariamente el mundo social sea un mundo dado, en cuanto producto histórico puede ser de otra manera” (Schuster, 2002: 14) recalca la existencia de posibilidad de cambio social y el papel que las ciencias sociales pueden tener en éste. Es decir, el investigador social necesariamente deberá sumergirse en la realidad - y cuanto más experiencias de vida, más fácil podría llegar a ser comprender – para abordar su objeto, pero a diferencia de quien aborda la realidad desde la llamada “Universidad de la calle” éste buscara transformación y sentido. Claro está que puede darse el caso en que un sujeto proveniente de la “Universidad de la calle” también busque transformación y sentido pero quizás ahí debería analizarse si no hay alguna otra institución por detrás …..