viernes, 29 de diciembre de 2017

Por un 2018 de ideas & debates

Estimados, ¡tengan todos un muy feliz 2018! Y que en lo colectivo sea un año cargado de ideas puestas en juego, de debates públicos y privados sobre los temas que nos incumben a todos, que sea un año que nos encuentre pensando nuestra sociedad y dando las peleas argumentativas que necesitamos dar. Tendremos momentos de coincidencias y momentos de discrepancias, de enfrentamientos y acercamientos, tanto con ideas como con personas, porque de eso se trata también el debate en democracia, pero siempre a sabiendas de que lo importante es movilizarnos en ideas junto a aquellos otros que conforman nuestra comunidad y con quienes tenemos la responsabilidad compartida de heredar a los que vienen una sociedad mejor.
Quiero compartir con ustedes algunas de las actividades, participaciones en los medios y textos que realicé en este 2017 y que espero sigan estando presentes (y multiplicándose) en el nuevo año que se acerca:




Legalización y legitimación de la marihuana: lo jurídico y lo moral: http://pabloromero7.blogspot.com.uy/2017/12/legalizacion-y-legitimacion-de-la.html

Presidente ¿usted avala agravios y persecución a docentes?: http://pabloromero7.blogspot.com.uy/2017/11/presidente-usted-avala-agravios-y.html




El principal desafío: crisis educativa y déficit cultural: http://pabloromero7.blogspot.com.uy/2017/04/el-principal-desafio-crisis-educativa-y.html

jueves, 7 de diciembre de 2017

Legalización y legitimación de la marihuana: lo jurídico y lo moral


Estimados, comparto breve nota de mi autoría respecto del tema central abordado por el Semanario Voces en su edición del día jueves 7 de diciembre (la nota puede leerse en la página 10).


Legalización y legitimación de la marihuana: lo jurídico y lo moral

Sobre el final del período de gobierno de José Mujica, en momentos que de cristalizaba la legalización de la venta de marihuana, tuve con uno de mis estudiantes de ciclo básico una charla que terminó marcando mi parecer respecto del proceso en cuestión. 
 
Este chico, que por ese entonces tenía quince años, consumía habitualmente marihuana, según él mismo planteaba abiertamente, sosteniendo, además, que en su casa sabían del asunto y que lo habían aceptado sin cuestionamiento alguno.

Lo cierto es que su rendimiento educativo era muy disminuido y las secuelas a nivel de aprendizaje por su consumo eran notorias, lo cual se sumaba a otras características que hacían más complicada la situación, pues evidenciaba marcados rasgos de marginación cultural y escasa contención desde el mundo adulto más cercano.

Al final de una clase de evaluación escrita donde entregó la hoja en blanco, aproveché para charlar con él respecto de la situación de consumo en la que estaba envuelto. 
 
En el punto central de la charla, el argumento de legitimación al que recurre me resultó sintomático de una perspectiva sobre la cual hasta ese entonces no había reflexionado debidamente: la aprobación que él encontraba en el mundo adulto e incluso desde los principales referentes de autoridad a nivel público. 
 
En sus textuales palabras, me señaló -frente a mi planteo de que el consumo de marihuana a su edad tenía secuelas negativas en la salud y en su rendimiento como estudiante- que “si hasta el presidente dice que está bien, si hasta Mujica hasta a favor de fumar porro”. 
 
Le expliqué que no era eso lo que el presidente Mujica planteaba, pero lo cierto es que sí era la lectura inmediata, el efecto real y comprobable en el discurso de ese adolescente en situación de consumo y vulnerabilidad social y cultural. En su mirada, lo aceptaban sus padres y lo apoyaba hasta el presidente. 
 
La legalización de la marihuana tiene más de una lectura, pero quiero concentrarme, entonces, en su principal doble acepción: por un lado, la que compete al campo jurídico, donde deja de ser ilegal su venta e incluso el estado interviene asumiendo su comercialización. Por otra parte, la que refiere a que cuando algo se legaliza y deja de ser un delito, entra en escena una legitimación simbólica de aquello que ahora pasa a ser legal. 
 
Lo crucial, pues, pasa a ser lo que nos jugamos en ese horizonte difuso donde se mezcla la legalización jurídica con la legitimación moral del asunto. O sea, el mensaje que finalmente llega a la gente es tanto el “ahora se puede hacer” como el “está bien que se haga”, que es justamente lo que en particular interpretó mi estudiante.

La ley consagrada no ha atendido debidamente el punto referido a su incidencia simbólica en el campo adolescente y la cuestión educativa que compete al asunto, la que debe incluir el trabajo tanto a nivel institucional como familiar. Este es el principal desafío por asumir, a cuatro años de su consagración.