viernes, 25 de noviembre de 2011

¿Qué es ser independiente?

Comparto breve entrevista radial (son unos 8') que me hicieron en el programa "Suena Tremendo" (radio El Espectador), respecto de qué supone el ser independiente.

Como siempre, son bienvenidos sus comentarios.

Lo pueden escuchar directamente aquí, dándole al icono de play del reproductor (y subiendo luego la barra de volumen, que aparece precisamente arriba del icono de play). O dándole un click a este link: http://www.goear.com/listen/3eb6001/ser-independiente-pablo-romero

martes, 27 de septiembre de 2011

Sobre Vaz Ferreira, en TV Ciudad

Estimados/as, comparto programa de TV Ciudad sobre la vida y pensamiento del filósofo Vaz Ferreira, conducido por la periodista Rosina Mallarini, en el que participé como invitado junto a mi colega Agustín Courtoisie.

En la primera parte del programa se planteó la caracterización general del filosofar en Vaz y se abordó en particular sus ideas respecto de la tierra de habitación, el proyecto de parque escolares y su perspectiva respecto de los problemas sociales a través de su idea de los mínimos sociales.

Lo ven en: http://www.youtube.com/watch?v=kv7edwDsqxo o http://youtu.be/kv7edwDsqxo

En la segunda parte del programa abordamos la vigencia de su obra Lógica viva: su “terapéutica” contra los errores habituales en los que caemos en nuestras discusiones y los alcances de su ética de la argumentación pensada en términos de alguno de los actuales debates públicos; su propuesta de equilibrio entre el viejo dilema de igualdad y libertad; su actual ausencia en los espacios académicos filosóficos; la vigencia y renacimiento de su proyecto de tierra de habitación; la valoración ideológica equivocada -y el olvido como consecuencia- de parte de la generación del 45 respecto de la obra de Vaz; su humanismo y su filosofía social presente en su mirada respecto de la propiedad de la tierra; su visión de lo educativo y su crítica al funcionamiento “crediticio” de la enseñanza y las instituciones educativas; la perspectiva de la filosofía en la plaza.

Lo ven en: http://www.youtube.com/watch?v=IPEQJ3Vwl_8 o http://youtu.be/IPEQJ3Vwl_8

Como siempre, son bienvenidos en este espacio sus comentarios sobre los temas planteados.

domingo, 21 de agosto de 2011

El fútbol, entre Borges y Camus

Amigos, comparto con ustedes la breve columna que escribí el mes pasado para el Semanario Voces, en el marco de la pregunta semanal que se propuso el semanario respecto de si habría o no que trasmitir el fútbol de manera gratuita, a partir de canales abiertos, de manera de universalizar -entre otros- el acceso a los partidos de la selección y del fútbol local.


Como siempre, son bien recibidos sus comentarios.


El fútbol, entre Borges y Camus


¿Es tan importante el fútbol como para considerar que debería ser motivo de regulación y espacio de debate sobre lo beneficioso de asegurar su acceso universal? ¿Debería regularse el asunto por parte del Estado, con el fin de que el deporte rey llegue a todos los hogares, logrando así la universalidad del acceso?


En cuanto al segundo punto, la respuesta me parece que debe ser aquella que nos acerque a la igualdad en el acceso antes que a la desigualdad en función de la diferencia económica y el beneficio empresarial de particulares. Pero, en cuanto a responder a la primera de las interrogantes, quisiera, antes de hacerlo, referirme a un ámbito que pertenece menos al de los fanatizados con el fútbol que al de los propensos a reflexionar sobre este deporte como fenómeno social, como fenómeno cultural.


No son pocos los intelectuales que han abordado el tema del fútbol y quisiera ejemplificarlo –y en relación con las posibles respuestas a esa primer pregunta- tomando dos casos paradigmáticos.


Por un lado, si pensáramos en los términos en que lo hizo Jorge Luis Borges respecto del fútbol, la respuesta sería muy clara: la mera idea de universalizar tal espectáculo le resultaría un canto a la idiotez, en tanto no solo consideraba que el fútbol era un juego antiestético, impulsor de nacionalismos indeseables y una actividad que lograba despertar las peores pasiones, sino que entendía que era popular porque la estupidez lo es.


Por otra parte, tenemos que Albert Camus -el escritor y filósofo argelino-francés, que supo en su juventud brillar como golero en su Argelia natal- no sólo llegó a afirmar que entre el teatro y el fútbol hubiera elegido “el fútbol, sin dudas”, pero que su salud no se lo permitió, sino que al reflexionar sobre su obra tajantemente afirmó que “lo que más sé acerca de la moral y de las obligaciones de los hombres se lo debo al fútbol''. En este sentido, la idea de universalizar el acceso al fútbol no sólo sería posible de defenderse en términos de alguna forma de justicia vinculada a lo económico y a los derechos de acceso, sino que sería recomendable en cuanto es una forma por la cual se estaría universalizando valores deseables.


Presentados de esta manera al menos dos posibles posicionamientos –radicalmente opuestos- desde ese espacio de la intelectualidad, quisiera concluir esbozando mi respuesta al respecto.


El fútbol es ciertamente un juego que trasmite valores deseables, entre otros aquellos que tienen que ver con la importancia central de lo colectivo pero teniendo en cuento la virtud de lo individual. Es un juego que nos enseña respecto de heroísmos y grandezas -y también de fracasos y derrotas, asunto tampoco menor-, y sus enseñanzas respecto del esfuerzo y la superación personal en el marco de un objetivo final que es colectivo me llevan –en sintonía con Camus- a contestar afirmativamente también la primera interrogante: el fútbol es asunto importante. Y, claro, debería impulsarse que llegue a todos los hogares, también como forma de universalizar valores deseables.

viernes, 22 de julio de 2011

Ardao y Artigas: el fílosofo, el prócer y la unión latinoamericana

Estimados/as, el próximo miércoles 27 de julio a las 19 horas en la Sala de Conferencias de la Facultad de Ciencias Sociales (Constituyente 1502), se realizará el lanzamiento del libro que contiene los ensayos “Artigas y la Confederación” y “El unionismo hispanoamericano”, del filósofo e historiador de las ideas Arturo Ardao, publicado por la editorial Fin de Siglo, y en donde tendré el gusto de compartir el panel de presentación junto a Adolfo Garcé y Yamandú Acosta.

Los espero por allí.

miércoles, 29 de junio de 2011

Fútbol para todos...


Tapa de la edición de mañana de Voces, en la que participo con una columna sobre el tema central de esta semana...

martes, 21 de junio de 2011

Entre el dolor de la lucidez y la crisis educativa

En un pasaje de la película argentina Lugares comunes (2002, dirigida por Adolfo Aristarain) el profesor Fernando Robles -interpretado por Federico Luppi- se dirige a sus alumnos –futuros profesores universitarios de Literatura como él- para dar cuenta de su perspectiva de lo que es enseñar, de lo que supone ser un docente. Para Robles, educar no solo es enseñar a pensar, enseñar a dudar, enseñar a que los alumnos se hagan sus propias preguntas y busquen sus propias respuestas -sabiendo que toda verdad es siempre relativa y que hay que evitar el pensamiento dogmático- sino que sobre todo supone despertar en los alumnos “el dolor de la lucidez, sin límites, sin piedad”.

El dolor de la lucidez que, sin embargo, parece traer consigo inesperados vuelcos, al menos en cuanto a la virtud última y sin reservas con que se presenta en el discurso del profesor Robles. Entre esos vuelcos no pronosticados en el positivo diagnóstico del profesor, está el hecho de que algunos luego de descorrer ese velo de la ignorancia -y abrirse a la luz de la “dolorosa lucidez”- terminan añorando íntimamente su anterior –ahora evaluada así- felicidad del ignorante y desearían el poder ahorrarse ciertos dolores existenciales, el bloqueo de la lucidez amarga que no les permite siquiera disfrutar de los pequeños agradables momentos que la vida cotidiana –-aburrida, superficial y rutinaria- antes sí les deparaba; o ese vuelco terrible que toman algunos colegas docentes por el cual terminan tan irónicamente amargados que solo les sale ser demasiados propensos a dar dolor al otro más que a habilitar en forma alguna el camino a la lucidez. Ciertamente, el “sin límites y sin piedad” puede tener su lado algo perverso respecto del otro al momento del ejercicio de la docencia.

También acotaría que la lucidez no tiene que ser necesariamente dolorosa, aunque resulte innegable el hecho de que romper con aquello que nos cegaba -y el abrirnos a visiones más amplias y menos ingenuas de las cosas- supone un acto de romper con lo establecido en nuestras cabezas y en nuestras vidas y modifica radicalmente nuestros vínculos, por lo cual casi necesariamente parece suponer siempre un parto doloroso. El punto discutible de la concepción parece ser la idea de que quizás pueda entenderse que lucidez y dolor son inseparables en todo momento. ¿No hay felicidad posible siquiera acaso en las “alturas” de la lucidez? ¿O el iluminado solo puede estar condenado al dolor de la “soledad ilustrada”, del paria que ha visto cómo las cosas finalmente son y no tiene más remedio que vivir aislado entre sus semejantes? Creo que hay cierto mito romántico mal curado en tal asunto.

Pero, pese a estos reparos -no taxativos, por cierto- que creo conveniente tener en cuenta, ciertamente existe buena parte de razón en lo que dice el personaje interpretado por Luppi y claramente parece ser más recomendable arriesgarse al dolor de la lucidez que al vivir en la felicidad de la ignorancia. ¿O no lo creen así?

Como sea, parece ser propio de la práctica de todo docente el asumir esa desgastante tarea de despertar la lucidez en el prójimo, o sea, en sus alumnos (aunque no ciertamente el ser docente implique que uno haya adquirido esa lucidez, o al menos en todos sus grados, algo que también parece darse por supuesto, aunque la propia práctica, creo, lo desmiente en muchas ocasiones). Pero también sobre este punto tengo ciertas reservas, pues cuando se asume ese rol en la práctica (y muchos no lo asumen, por cierto) surgen frecuentemente efectos colaterales no muy recomendables: tenemos docentes que directamente trivializan esa tarea y se enmarcan en la obsesiva didactización –de pirotécnicas formas pero sin contenidos sustanciales- del saber a trasmitir; otros que se oponen a cualquier forma de intentar conducir al alumno a algo -en tanto se plantean como “outsiders” de la institucionalidad y creen en una especie de horizontalidad anti-sistema por la cual terminan en definitiva renunciando a lo fundamental de su rol, haciendo más bien de agitadores adolescentizados o –en el caso de secundaria- queriendo convertirse simplemente en amigos comprensivos del alumno; y también tenemos a aquellos que creen que los docentes somos el último resabio crítico de la sociedad y se dedican básicamente a demostrar a sus alumnos lo tan superficiales que son y lo tan idiota que es la sociedad en su conjunto (salvo ellos, claro).

En fin, que el encendido discurso del personaje del profesor Robles ha despertado en mí alguna forma de reacción y reflexión, que no sé si supone un mayor grado de lucidez sobre asuntos como “qué supone el enseñar” (que es a lo que me dedico y que, por lo tanto, me interesa pensar), pero sí me ha motivado a escribir estas breves líneas con el fin de aportar algo mínimo a un debate que se debería enmarcar en algo aún mayor y que tiene que ver con la tan mentada crisis educativa, que período tras período de gobierno se convierte en un jingle y un modismo político y desencadena desgastantes -y poco lúcidos- enfrentamientos entre la clase política y los actores educativos. Pues, quizás deberíamos empezar no tanto por pensar en términos de rendimientos cuantitativos y cifras sobre ausentismos y pruebas nacionales y/o internacionales que legalicen o no el saber que estamos trasmitiendo en una o dos materias consideradas básicas, sino que deberíamos abocarnos a la tarea de pensar más seriamente en qué formas de la lucidez queremos para nuestra comunidad –o si preferimos seguir ahondando en la felicidad de la ignorancia funcional, quizás- , en qué tipo de docente hay que apostar a concebir desde los Institutos de formación docente -y en nuestras universidades- y qué podemos hacer al respecto en lo inmediato.

Puede que sea importante retomar esos lugares comunes de los que, en definitiva, habla Robles en cuanto a la educación y su rol social. Lo educativo debe retomar su especificidad, su lugar común, que no es nada más ni nada menos que el de la formación intelectual y el de intentar generar esa específica forma intelectual de la lucidez en nuestros ciudadanos. Tanto los actores educativos como la clase política deberían atender tal punto y trabajar en conjunto para alcanzar objetivos que nos son comunes.

En tanto, solo asistimos sin límites y sin piedad a la falta de ese lugar común de la lucidez.

jueves, 19 de mayo de 2011

Impunidad: ¿cuál es la salida?

Les comparto tapa del semanario Voces, que salió este jueves con número especial sobre la Ley de Caducidad, bajo la pregunta: “Impunidad: ¿Cuál es la salida?”, en el que participo con una breve columna de opinión. Espero puedan leerlo y arrimarse al debate planteado.

martes, 22 de febrero de 2011

Sobre Tinelli y la regulación de los contenidos televisivos

Estimados/as, los invito a escuchar el audio del programa radial sobre “El año que vivimos en Tinelli”, en donde compartí diálogos con el filósofo y médico José Portillo y con Pablo Silva Olazábal, conductor de La Máquina de Pensar (1050 am, Radio Uruguay, http://piensamaquina.blogspot.com). Allí, abordamos la cuestión de la “tinellización” de la televisión y planteamos la pregunta sobre los límites –o no- que se deben poner a la llamada “tv de entretenimiento chatarra”, sobre si es una forma de “entretenimiento” que genera disvalores y que, por lo tanto, sería adecuado regular en sus contenidos. O no. Así, se puso en juego la pregunta sobre si hay que regular los contenidos televisivos o si es preferible evitar una política que puede abrir el camino a la censura negativa...y si esta pregunta -en su dimensión ética- es válida o no plantearla frente a fenómenos de entretenimientos como el de Tinelli y los contenidos que allí se presentan. A su vez, nos preguntamos -e intentamos responder- sobre qué rol pueden jugar o no los educadores -y lo padres, claro- frente a impactos culturales como el que significa la "tinellización" de la televisión.

Son bienvenidos sus comentarios en este espacio del blog, para continuar el debate abierto.

El audio lo pueden escuchar online en:

Y lo pueden descargar en formato mp3 desde: