Comparto articulo, que he publicado en Cooltivarte: https://cooltivarte.com/portal/los-motivos-de-rodo-siete-claves-de-actualidad/
Los motivos de
Rodó
Siete claves de actualidad
Y es precisamente tras releerlo en
estos primeros días del año (particularmente en sus dos obras centrales, Ariel y Motivos de Proteo) es que quiero señalar –bajo los primeros efectos
y muy sintética y llanamente, a modo de divulgación general, esperando que sea
motivo de acercamiento a su lectura directa- una serie de claves que considero
vigentes, actualizables como aportes a nuestras circunstancias, de su pensamiento.
Claves que ameritan ampliarse en número y contenido, por supuesto, lo que
iremos haciendo a lo largo de la escritura de siguientes artículos de
celebración de este año rodoniano.
Siete claves rodonianas para el siglo XXI
1. La integración regional desde
valores culturales, intelectuales, axiológicos, estéticos, desde el vínculo con nuestra cultura latina
originaria, con nuestras raíces helénicas y con la ética de amor al prójimo del
cristianismo (desprovisto, en el planteo de nuestro autor, de toda connotación
trascendental).
Frente a modelos anclados en la
perspectiva economicista o en la consolidación de la identidad por oposición a
un “enemigo en común”, retomar el planteo rodoniano es apuntar a la integración
desde la tradición humanística fundante, subrayando, por otra parte, la
responsabilidad que tienen, en tales asuntos, quienes conducen los países de
nuestra región, en la medida de que el retorno planteado está relacionado con
un alejamiento anclado en un problema que, primeramente, es cultural y nuestro.
Somos los principales responsables de haber abandonado la vital tarea de
mantener y fomentar lo mejor de nuestra tradición cultural.
Aunque Rodó juzga duramente a la que
considera utilitaria cultura anglosajona, no la culpa de lo que finalmente aquí
sucede, en tanto entiende que el primer y principal escollo somos nosotros
mismos. Retomar lo mejor de nuestras raíces es una tarea que nos corresponde y
que involucra decididamente a las autoridades que gobiernan nuestras sociedades,
particularmente a las que tienen responsabilidades de primer orden en el ámbito
educativo y cultural.
Fomentar el pensamiento uruguayo y
latinoamericano, desde nuestras bases humanistas, desde la cuna de los valores
helénicos, desde la cultura latina fundacional, es un modo de actualizar el
pensamiento de Rodó y de colocar en el debate público su planteo respecto de la
necesidad de integrarnos (y más aún en este siglo XXI, en un mundo
absolutamente globalizado) desde nuestra mejor carta de presentación, desde la fusión
de horizontes de nuestras mejores tradiciones éticas, educativas y culturales.
2. La participación en la
esfera pública, particularmente de la juventud, de las nuevas generaciones.
Punto crucial, sobre todo en sociedades con jóvenes que tardíamente se inician
en la vida pública y que tienen escasa incidencia en las decisiones
comunitarias más importantes. Rodó, sus páginas, son un motor de impulso para
pensar la revitalización de nuestra cultura política, para reflexionar acerca
de la necesidad de generar las debidas condiciones para que nuestra juventud
participe activamente en nuestra ágora,
un factor crucial de la calidad democrática de toda sociedad.
Necesitamos de jóvenes rodonianos
construyendo espacios de diálogo, conformando una nueva generación de
intelectuales comprometidos con la formación y acción política (en su acepción
más general, o sea, involucrados en los problemas de la polis, de los asuntos que conforman el bien común).
3. Defensa de los valores
democráticos y de la tolerancia. Aquí hay dos puntos centrales: primero, la
idea de generar una democracia que esté a resguardo, como bien lo señala Rodó,
tanto de los valores aristocratizantes como de los provenientes de la mediocracia,
sostenidos desde las mayorías compactas y homogéneas. Luego, el postulado de
que la democracia, en su búsqueda de igualdad, debe ir acompañada de políticas
que aseguren la selección cultural de una clase política-intelectual dirigente
formada en valores deseables, con sólidos basamentos culturales y capaz de
fomentar y difundir la tolerancia de ideas como uno de los elementos
primordiales (sobre esto último, nada mejor que leer el debate, sobre la quita
de los crucifijos de los hospitales, que sostuvo con Pedro Díaz y que aparece
recogido en su obra Liberalismo y
Jacobinismo).
Más Rodó y menos educación atada al
concepto de suministrar utilidades en términos de formar recursos desde la
óptica del concepto de “capital humano”.
Por otra parte, la perspectiva
rodoniana coincide con la defensa vazferreireana del deber de cultura universal
que todo docente y alumno tiene respecto de su formación intelectual. Este
aspecto lo coloca en un debate también fundamental sobre la actual formación
docente y universitaria, en el marco del surgimiento de especialistas alejados
de la esfera pública, sin ninguna incidencia en ella, y con la tendencia
agudizada en cuanto a la disección del saber y sus contenidos en grados de
reducción al absurdo. El intelectual docente y universitario no puede actuar
como un mero funcionario de la morgue analizando las partes mínimas de un corpus que, en definitiva, considera
muerto (o le mata en esa acción disecante).
La defensa de la formación universalista
y del pensamiento como un elemento vivo es un punto de encuentro entre los dos
intelectuales más decisivos de nuestro país: Rodó y Vaz Ferreira.
5. El amor y el desinterés como
guía política. Frente a una política maniqueísta, de trincheras partidarias,
que genera ideologías de “amigos” y “enemigos”, simples y cómodas dicotomías de
“buenos” y “malos” -con la consabida ausencia de debate de ideas y falta de
tolerancia para posibilitar el real dialogo democrático-, el rescate rodoniano
del amor, del desinterés y la independencia como guía para la práctica política
resulta tan “ingenua” y “demodé” como imprescindible en estos tiempos que
corren (y que han corrido, lamentablemente, a lo largo del siglo XX).
En tiempos de intelectuales que
adaptan sus postulados y acciones a razón del encandilamiento con el traje -y la ostentación de su cargo en la burocracia
pública- y la tarea de agradar a su jefe político de turno, un mal que aqueja y
recorre toda Latinoamérica, el planteo de Rodó nos recuerda que la autonomía y
la decencia del pensar y el actuar es algo que debemos cuidar a toda costa.
En este punto, vale decir, es también
coincidente el planteo de Rodó con los postulados vazferreireanos sobre la
formación cultural sustentada en el saber desinteresado. Frente a la camada de
entrajados intelectuales interesados que han construido y aun construyen
nuestro entramado público regional, lo de Rodó resulta un antídoto más que actual
y pertinente.
6. Apelación al cultivo de
nuestra interioridad, a la búsqueda de la realización y el perfeccionamiento
interior, de nuestras fuerzas individuales, desde una mirada en tono vitalista
que preconiza el cultivo del mundo interior como preámbulo necesario de todo
aporte comunitario (y es esta la idea central, precisamente, de su Motivos de Proteo).
7. Retomar el ocio noble.
Autores de primera línea en el campo filosófico de este comienzo de siglo, como
Byung-Chul Han, plantean la necesidad de retomar el espacio reflexivo de la pausa, de la profundidad del pensamiento,
del ocio creativo. La arenga de Rodó, de hace más de un siglo, respecto de no
descuidar la meditación intelectual -ni siquiera por la excusa del tiempo que
nos absorbe el trabajo o por el tener condiciones culturales inicialmente
adversas que puedan condicionarnos-, de cultivar el ocio noble, es otro punto
de absoluta actualidad, particularmente en épocas en donde el tiempo libre, el
escaso tiempo posible de ocio reflexivo que tenemos, suele consumirse en
pasatiempos tecnológicos sin mayor sentido que el de “matar el tiempo” o en
consumos mediáticos para no pensar, para no pensarnos.
Sociedad rodoniana: un reconocimiento pendiente
Ojalá que este este breve punteo veraniego
de actualidad rodoniana motive el acercamiento a la lectura de un autor que aún
tiene mucho por dar y que, sin embargo, en términos amplios, hemos colocado en
el museo del olvido. Ciertamente, un crimen de lesa culturalidad. Volver a
ponerlo en el ruedo, pensar aspectos de nuestro presente y futuro a partir de
su obra, es una tarea que nos interpela y que se requiere en lo inmediato.
Que celebrar el siglo y medio de su
nacimiento no se convierta meramente en otro cúmulo de pomposas honras, es nuestra
responsabilidad, esa que el propio Rodó supo visualizar claramente en su vida y
obrar en consecuencia. Volver a leerlo y discutirlo es algo que le debemos y
que nos lo debemos como sociedad. Que la nuestra sea una sociedad rodoniana es
algo que todavía tenemos pendiente por reconocer.
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