Estimados, en épocas de contiendas electorales,
donde se cruzan propuestas varias sobre temas centrales, como el de la educación,
quisiera compartirles esta breve nota que he escrito, esperando que a alguno le
resulte de interés y se pueda plantear un diálogo, un debate, un intercambio de
ideas, al respecto. Ya que los actores políticos difícilmente nos tomen en
cuenta, es fundamental que los actores sociales tomemos la posta del debate. Como
siempre, sus comentarios son bienvenidos en este espacio del blog.
Humanizar la educación
La principal reforma que debe realizarse en el
sistema educativo, particularmente en el ciclo básico, es la inclusión de
espacios curriculares dotadores de sentido (¿el por qué?, ¿el para qué? ) y
generadores de reflexión, preámbulo para que se pueda trabajar luego cualquier
otro contenido disciplinar, incluyendo el que remite a las hoy consideradas
materias "básicas y elementales" como Matemáticas e Idioma Español.
Hay que volver a apuntalar fuertemente el lado humanista de la educación, fortalecer el capital cultural
desde la formación humanística, que es propedéutica a la formación en otras
áreas del saber. Así, por ejemplo, deberían apoyarse fuertemente planteos como
los de Filosofía para niños, que se imparten solo en algunas escuelas o
colegios privados, llevándolos a la educación pública, universalizando su
presencia en los últimos años de la escuela pública. E incorporar horas de
Literatura y Filosofía desde el primer año liceal (con abordajes y temáticas
adecuados a ese momento vital de la adolescencia) sería realmente apostar a
renovar con atino y fuerza el sistema educativo. Desde esos espacios se podrían
tocar fibras que son vitales "tocar" a esa edad y que supone una instancia
previa -porque son generadoras de un sentido que es elemental comenzar por construir-
a que puedan comprender, por ejemplo, porqué es importante el estudiar, el
formarse intelectualmente, o porque es deseable reflexionar sobre nuestros
actos y sus consecuencias o incluso -algo más concreto- el escribir sin faltas
de ortografía. O saber pensar matemáticamente. O comenzar a hallar esos
sentidos –que son múltiples y que irán variando con los años- que tanto buscan
para su existencia y ponerlos en juego con sus pares.
Seguiremos
fallando si no entendemos que el problema está en la falta de sentido reinante y
la baja capacidad de reflexión, asociada a una drástica disminución del capital
cultural, que aqueja particularmente a los adolescentes del ciclo básico. Pero,
sin embargo, son seres "filosofantes" espectaculares, justamente en
una edad donde comienza a ser central la búsqueda del sentido y el dejar volar
la imaginación. Al contrario de lo que se insiste desde hace años (y desde
todas las tiendas políticas y desde cuanto “técnico especializado en educación”
ha aparecido en el escenario público), creo que hay que apostar fuertemente al
área humanística en el ciclo básico y al fortalecer –insisto- sobre todo esa
búsqueda de sentidos que el adolescente de hoy día necesita más que nunca.
Necesitan más Filosofía y Literatura y menos supuestos de que la educación
tiene que estar en consonancia con el mundo del mercado laboral y las nuevas
tecnologías o ser simplemente algo “divertido”, que “atraiga a los chiquilines”
(en ese caso, deberíamos simplemente montar un cyber café y listo). En tanto
docente de Filosofía y de Informática, mi experiencia de campo me ha permitido
verificar el supuesto de que la herramienta tecnológica de poco sirve si no hay
un sujeto pensante utilizándola debidamente. Cuando se comprenda cabalmente
esto –que probablemente a casi todos nos resulta de sentido común-, se
comprenderá también en qué estamos fallando en el sistema educativo y se
fortalecerá- quizás- desde el arranque del ciclo liceal (o aún mejor, desde los
últimos años escolares) las áreas
humanísticas, hoy en amplia desventaja frente a otros espacios del saber.
Por supuesto,
esto no significa crear falsas dicotomías, falacias de falsa oposición que
tanto mal ya han hecho al sistema educativo, pero sí supone el planteo de una
necesidad curricular que hoy se da justamente a la inversa, en tanto las disciplinas
humanísticas son clave para el fortalecimiento del pensamiento en esos primeros
años básicos de formación intelectual del sujeto adolescente y, sin embargo,
los alumnos suelen tener un mayor contacto posible recién a partir del
bachillerato, siendo que una amplia mayoría ni siquiera alcanza ese nivel de
estudios. O sea, muchos de nuestros jóvenes ni siquiera pasan por un curso que
los ponga decididamente en juego con la rica tradición del pensamiento crítico
de su propia cultura. Hay que brindarles
esas herramientas reflexivas muchísimo antes, hay que brindarles una impronta
humanística muchísimo antes en el sistema educativo. E incluso, brindarles
talleres de Argumentación sería central. Siendo chicos que en muchos casos
están a dos o tres años de ejercer sus derechos ciudadanos, es preocupante la
falta de capacidad discursiva y de cultura del debate de ideas que tienen,
reflejo justamente de la ausencia de espacios curriculares que apunten a
trabajar directamente sobre esa falencia, que tanto perjudica –a la larga- al
mejor desempeño de nuestra democracia.
Y no hay que subestimarlos, sino darles la
formación que realmente están necesitando estos adolescentes. Hay que
enseñarles a pensar reflexivamente, incluso mucho antes –también insisto en este
punto- de que aprendan -cosa que también deben hacer, claro- las reglas
ortográficas o manejen fórmulas matemáticas o físicas. Hay que traer a escena
del espacio educativo del ciclo básico a las materias que justamente se especializan
en formar en el área del pensamiento reflexivo. Hace años comenzamos un proceso
justamente inverso y hoy -justo hoy, donde ya de por sí la formación
humanística está en declive en todos los sectores de la sociedad- vemos las
consecuencias de ese repliegue del área de las disciplinas críticas.
Es central trabajar sobre el capital cultural
de alumnos y familiares y recobrar el sentido respecto del saber (que no es,
ciertamente, el de hacer cosas "divertidas" para los alumnos o
prepararlos únicamente para el campo laboral, porque incluso para “generar” un
buen trabajador de lo que sea, es fundamental formar un sujeto pensante y un
sujeto cargado de eticidad, que no sea indiferente, que no este vacío de valores
y sentidos).
El que las Humanidades estén de retiro en
casi
todo el mundo a nivel de los sistemas educativos de enseñanza media
básica, es un
problema que refleja no solo el rumbo que el mundo ha tomado (y así
estamos,
con sociedades contemporáneas deshumanizándose cada vez más), sino que
debería
indicarnos claramente la necesidad de recobrar la presencia de las
disciplinas
dotadoras de sentido en los sistemas educativos que forman a nuestras
nuevas
generaciones. Lo básico y elemental, digamos.