martes, 25 de junio de 2013

Lo educativo y la insensibilidad del gobierno

Estimados, comparto artículo escrito por estas horas respecto del actual conflicto docente y los invito a debatir en el marco del blog.
El tema, entiendo, requiere de pensar entre todos y de abrir las puertas al diálogo de manera de incorporar la mayor cantidad de actores posibles.

Lo educativo y la insensibilidad del gobierno

por Pablo Romero

Hay algunos índices que determinan la condición tercermundista de un país. Y quizás más determinante que lo económico, parecen ser ciertos aspectos de la mentalidad reinante en una sociedad. En Uruguay, por ejemplo, somos fundamentalmente tercermundistas mentales. El trato hacia lo educativo y sus profesionales –que son los que determinan en buena medida las posibilidades de desarrollo de una sociedad-  es una buena muestra del asunto. El profesional  de la educación -que es aquel que educa a los hijos de toda la comunidad y que forma a todos los otros profesionales que el país tiene- sufre en Uruguay un trato sencillamente lamentable. En líneas generales, no hay respeto por la profesión docente y padecemos un gobierno que colabora constantemente en generar ese clima de "malestar docente" imperante. La irresponsabilidad del gobierno es central en el actual conflicto educativo. En lugar de proteger a sus docentes, colabora en desprestigiarlos frente a la opinión pública. Basta ver el comunicado oficial emitido en medio del actual conflicto respecto de los reclamos de los profesionales de la educación para comprobar que la izquierda en el poder ha perdido toda brújula y decencia sobre el tema (un tema que, por cierto, ha formado parte histórica central de su plataforma de reclamos cuando representaban la oposición). El Frente Amplio en el gobierno hace exactamente lo mismo que antes criticaba con dureza respecto de la derecha gobernante. Con la diferencia de que el "darse vuelta" al estar del “otro lado del mostrador” los convierte en algo bastante peor.
Sin tratar de caer en falsas oposiciones, tenemos que soportar que se señale que no hay plata para los salarios docentes, pero -por ejemplo- vemos que se genera un despilfarro descomunal de dineros públicos con algo tan innecesario como el proyecto denominado “Antel Arenas”. Me hace acordar a aquellos hogares en donde no pueden pagar ciertos servicios básicos y solventar una buena educación para sus hijos –elementos, en definitiva, que ayuden a generar una mejor calidad de vida- pero se tiene un televisor LCD que nadie más tiene en el barrio. Mentalidad tercermundista en su más viva expresión.
Y se gastan fortunas públicas en cientos y cientos de sueldos por cargos de confianza y en una burocracia aún más pesada y cara que en períodos anteriores. Ni qué hablar de lo que ganan los parlamentarios. Hasta el buen señor que comienza su carrera laboral sirviendo café en el parlamento –noble tarea, por cierto, pero que supone una responsabilidad social y una formación profesional de marcada diferencia cualitativa con la de un docente-  gana exactamente el doble de lo que gana un profesional de la educación al comenzar a ejercer su tarea.
Y el presidente Mujica sale a la palestra pública señalando que la plata "no alcanza para todo”. Una obviedad de tal tamaño no responde, claro, a lo central de su tarea de gobernar, que -entre otras cosas fundamentales- radica justamente en distribuir los ingresos económicos que tiene el Estado  según los distintos valores sociales de las diversas tareas que se realizan en una comunidad. Si no alcanza para todos -o no de igual forma- priorice, entonces, señor Presidente.
¿Cuánto tiempo les llevará darse cuenta que primero debe estar la educación y los profesionales que la sacan adelante? No tuvieron problemas en subir desmesuradamente los sueldos de los funcionarios de la DGI, pues la reforma tributaria les parecía un asunto central. La tarea del funcionario de la DGI ganó así en prestigio y profesionalización. ¿Lo educativo no es un asunto igual o más importante que el de recaudar en nombre de la equidad social? ¿No genera lo educativo, en base a sus funcionarios, algo más que equidad social, por ejemplo? ¿Los funcionarios docentes y no docentes del sistema educativo no son merecedores de un aumento “desmesurado” en el mismo sentido? El FA en el poder hace exactamente lo mismo que gobiernos anteriores, utiliza las mismas excusas a las que antes recurría la derecha y que criticaba con ese mismo radicalismo que hoy le resulta una falta grave a la hora de los reclamos llevados adelante por los docentes. Ahora, resulta que el problema es que los docentes están “demasiado radicalizados”. Y si es así quizás sea justamente porque los que hoy están del otro lado del mostrador durante décadas basaron todo su discurso en que había que organizarse y radicalizarse frente a las injusticias salariales a las que éramos sometidos por los “malos de siempre”. ¿Cómo llamar a este “cambio de acera” del Frente Amplio?
Al docente en Uruguay se le paga muy poco y se le exige socialmente muchísimo. Ni qué hablar de las condiciones físicas -y psicológicas- en las que tiene que trabajar, con lugares que deberían estar en muchos casos clausurados por el Ministerio de Trabajo. Solo en países tercermundistas como el nuestro se trabaja en esas condiciones y uno termina acostumbrándose a no tener comodidades básicas y hasta se acostumbra a correr riesgos de salud por el estado de deterioro de los edificios a los que asisten nuestros hijos a educarse a nivel público. Habría que “becar” a varios ciudadanos que critican con asombrosa facilidad los reclamos docentes para que hagan la experiencia de trabajar en el sistema educativo público uruguayo y puedan experimentar lo que supone la tarea docente en nuestro país. Estoy seguro que cambiarían radicalmente su perspectiva. Educar, además, en estos tiempos de la “era del vacío” convierte a los docentes en una especie de héroes sociales, paradójicamente fustigados en lugar de debidamente reconocidos (al respecto, los invito a ver el desarrollo de este punto -en donde vinculo la tarea docente con el concepto de Lipovestsky respecto de las características de nuestra época- en mi columna televisiva titulada “Conflicto docente: educar en la era del vacío”, realizada en el marco del periodístico Ciudad + y accesible en: http://www.youtube.com/watch?v=1yYoyfMZV10 y en los pasajes centrales de la entrevista que me realizara el periodista Daniel Feldman para la agencia de noticias Uypress, accesible en: http://www.uypress.net/uc_41356_1.html).  
Mientras acá esperamos que a los docentes se nos aprecie socialmente y que el gobierno nos considere justamente en lo salarial, comparemos con lo que sucede en Finlandia, considerado hoy en día el mejor país del mundo en materia de logros educativos. Miremos algunos números -y consideraciones sociales- de este país (los datos manejados son de público conocimiento, accesibles en la web): un docente gana unos 4 mil dólares mensuales (acá, un docente que recién comienza, si con suerte logra conseguir todas las horas de una unidad docente, gana unos 650 dólares mensuales) y el estado invierte el 6% del PBI y el 14% del presupuesto, la tarea tiene un enorme prestigio social, las clases tienen un promedio de 20 alumnos por grupo, no se tienen más de 190 días de clase al año (por cierto, Mujica y algunos actores oficialistas de la educación repiten sin base alguna que parte de la solución educativa pasa por dictar más días de clases al año) y los maestros y profesores tienen amplia autonomía en el desarrollo del programa que dictan (acá, en tanto, queremos más y más control sobre lo que dictan -y de qué manera lo hacen- los profesores en sus clases, minimizando la autonomía profesional y coartando toda posibilidad creativa, frente a la impronta “inspectiva” del sistema, que en general solo logra “infantilizar” la tarea profesional del educador) , entre otros ítems que determinan esos altos resultados. Por supuesto, el punto central de la diferencia con Finlandia es la mentalidad que ellos tienen sobre el tema. Y la que tenemos nosotros.
En función del alto sueldo y prestigio de la tarea docente, en Finlandia se terminó formando una elite profesional y solo los mejores acceden finalmente a dar clases. Y son hoy en día el país con mejores resultados educativos en el mundo. No sería malo aprender de cómo lo hacen los mejores. Hay que ser menos provincianos.
Cuando en materia educativa –como en muchos otros rubros- se suben los sueldos en serio (y no se apela a esa burla que son los ajustes salariales que se hacen en Uruguay en materia educativa), se genera a la larga una elite profesional, porque los mejores van a querer dar clases, en tanto su remuneración salarial –y consideración social- será un plus respecto de otros trabajos. Se aumenta la demanda por ese puesto de trabajo y -en virtud de que a los puestos docentes en el sistema educativo se accede por méritos que ordenan la prioridad para que una persona pueda o no tomar horas docentes- lo que se genera es un cuerpo profesional de elite, con los mejores docentes calificados dictando clases. No han descubierto la pólvora en ese sentido en Finlandia. Simplemente, tienen la ventaja de tener antes que nada otra mentalidad. Acá, por el contrario, se le pagan sueldos irrisorios a los docentes e incluso muchos consideran que reclaman injustamente, que otros trabajan más horas y ganan menos (no importa en qué, claro, ni la diferencia que tiene esa tarea respecto de la de un docente). Tenemos sueldos docentes propios del tercer mundo con precios que, además, son del primer mundo. Desde hace unos años, ya tenemos que faltan maestros para cubrir los puestos que el sistema educativo requiere, pues la carrera profesional en Magisterio comienza a tener tan pocos inscriptos y egresados que va rumbo a ser una carrera en extinción.
¿Quién quiere proyectarse en un futuro trabajando como educador –con la responsabilidad y esfuerzo constante que la tarea requiere- obteniendo un sueldo que no alcanza ni para pagar el alquiler de una vivienda más o menos acorde a lo que supone años de inversión en la profesionalización que se hace al realizar una carrera docente?
Ser docente en Uruguay es condenarse a una tarea de bajo salario, con un perfil cada vez mayor de contención social, altísima tensión psicológica -con altas probabilidades de stress y enfermedades afines- y desprestigio social en aumento.
Si seguimos existiendo muchos que optamos por esta profesión, no es justamente por esa mirada de poco alcance respecto de lo educativo y esa mentalidad tercermundista que se tiene desde el poder político y otros actores sociales, sino porque aun así entendemos que la tarea docente es la que esencialmente dota de sentido a una sociedad y asumimos el desafío con vocación profesional. Los docentes somos referentes claves de sentido en una sociedad. Nuestra tarea es de vital importancia y debemos recuperar la autoestima al respecto para hacer valer debidamente nuestra tarea, porque quizás sea tiempo de que lo vocacional y profesional vayan de la mano –como enfáticamente lo defendían desde la oposición quienes desde hace casi una década ahora nos gobiernan- de un justo reconocimiento de nuestro rol. Y ese reconocimiento pasa en buena medida por lo salarial, porque el dinero es un elemento esencialmente simbólico. Lo que se nos paga es lo que se entiende que vale nuestra tarea. Y los sueldos docentes en Uruguay son una vergüenza y da cuenta del lugar simbólico que se nos otorga. Ojalá la izquierda en el poder recupere su sentido histórico, su sensibilidad en materia distributiva, y marque finalmente una notoria diferencia respecto de los gobiernos anteriores. Ojalá Finlandia deje de ser el paraíso soñado para los docentes de nuestro Uruguay.

jueves, 20 de junio de 2013

Los medios y su incidencia en la cultura

Comparto charla que tuve en el programa 810 VIVO (Radio El Espectador) con el periodista Gonzalo Sobral respecto de la regularización de los medios de comunicación y el papel que juegan en la construcción del capital cultural. La pueden escuchar en:


También se puede ver completa en formato audiovisual, en:
http://www.espectador.com/noticias/267071/ley-de-medios

En la medida que entiendo resulta un tema vital para nuestra sociedad, los invito a seguir dialogando, a seguir pensando juntos sobre este tema, en este espacio del blog.

Y, por si les interesa, pueden descargar el archivo en MP3 (la charla dura unos 14’ y “pesa” solo 3 MB) desde: https://www.box.com/s/2wqp4537if9sqtbm1isw (o desde la misma web de El Espectador).

sábado, 15 de junio de 2013

Un liberal de izquierda hablando de filosofía

Estimados, comparto la entrevista que me realizara el periodista Daniel Feldman para la agencia de noticias Uypress, en donde se tocan temas vinculados a la educación, la filosofía, la política, los temas de nuestra agenda pública, etc, esperando que a partir de ese acercamiento -que es apenas un sobrevuelo- podamos profundizar entre todos sobre tales cuestiones.
La entrevista puede leerse completa en el portal de la agencia de noticias Uypress: http://www.uypress.net/uc_41356_1.html , aunque la comparto en esta misma entrada del blog. Dice:

Pablo Romero: un liberal de izquierda hablando de filosofía

13.06.2013

MONTEVIDEO (Uypress / Daniel Feldman) - Pablo Romero es ampliamente conocido más allá del ámbito filosófico. Con 38 años y cuatro hijos, egresado del IPA, tiene a su cargo una columna semanal de filosofía, todos los jueves, a las 19:30 horas, en el programa Ciudad + de TV Ciudad, donde intenta analizar problemas de la agenda nacional desde una perspectiva filosófica, además de haber dirigido el Proyecto Arjé, de difusión y debate filosófico.

¿Cuál es tu formación?

Soy profesor de Filosofía, egresado del IPA.

Actualmente trabajás como docente.

Sí, soy docente en Secundaria y en la Universidad Católica, donde doy clases de Argumentación, que es una materia que depende del Departamento de Filosofía. Si bien no hay una carrera de Filosofía en la Universidad Católica, el Departamento de Filosofía nutre de varias materias filosóficas a diferentes licenciaturas.

Sos bastante mediático, como algunos otros filósofos. Basta ver los casos de Horacio Bernardo y Sandino Núñez. Eso antes no se veía; un filósofo apareciendo en la radio o televisión, dando opiniones sobre temas de la cotidianeidad.

No, no se veía, y creo que todavía hay una carencia en ese sentido. Todavía existe una cierta reclusión del filósofo, el profesor de filosofía o quien produce filosofía a nivel académico, que están muy vinculados a la producción interna. Generalmente nos reducimos a la Facultad de Humanidades, o en el caso de los docentes egresados del IPA, preparando las clases para Secundaria; a veces tomando situaciones del contexto y preparándolas para una situación áulica. No existe aún un vínculo con los medios de comunicación acorde a la cantidad de gente que nos dedicamos a la filosofía. No pasa lo mismo con el politólogo o el sociólogo, con otras áreas del pensamiento que  también abarcan situaciones y problemas sociales. Son requeridos por los medios. En el caso de la filosofía, no sé si por problemas del propio filósofo, que suele tener una jerga muy especializada, y en lugar de aclarar, muchas veces oscurecemos. A veces también hay un prejuicio en el sentido de que pensar la realidad o la cotidianeidad podría trivializar o hacer más superficial lo filosófico.

¿Eso lo has visto?

Sí, sucede. Recuerdo haber tenido algún intercambio con docentes en la Facultad de Humanidades y te daba la sensación que nos sentíamos parte de una torre de marfil.

Hay prejuicios de la gente hacia los filósofos, pero también los hay de los filósofos hacia el resto de la gente.

Sí, sí. La cosa es de ambos lados. A veces está esa sensación de que si bajamos al barro de la realidad estamos trivializando lo filosófico. No sé si no se debe a cierta impotencia al tratar de allanar el lenguaje, bajar ciertos conceptos que pueden ser duros a un lenguaje comprensible por la mayoría de la gente.

Hace ya tiempo leí un  reportaje, no recuerdo a qué filósofo, donde sostenía que a los gobiernos les haría bien tener en sus equipos algún filósofo más y algún tecnócrata menos. Por ejemplo, ¿le haría bien al gobierno de nuestro país tener algún filósofo en su equipo?

Depende. Si a lo que se refiere es a una especie de intelectual orgánico, más vinculado a ser oficialista, actuar como vocero de las posturas oficiales, creo que no sería interesante. Sí creo que sería bueno tener gente que pueda aportar desde ese lugar del pensar filosófico a las cuestiones en debate. Los tecnócratas en general tienen una cierta especialidad y dan una mirada particular sobre los problemas que se están tratando; estaría bueno sí, que en esos equipos multidisciplinarios también apareciera la perspectiva del filósofo. Una cosa es un filósofo que trate de aportar una perspectiva que abra la cancha, y otra cosa es cuando, como se da con Feinmann en Argentina, cada vez que sale a la palestra desde su posición de filósofo, es para intentar defender argumentativamente la posición oficial. No parece saludable la filosofía defendiendo la corriente ideológica que esté en ese momento en el poder. Integrando equipos de trabajo, me parece bárbaro; es más, lo creo necesario. Los políticos de antaño, de hace 50, 60 años o más - incluso el propio Rodó llegó a ser diputado por el Partido Colorado, Vaz Ferreira estuvo cercano a la figura de Frugoni- cuando discutían o polemizaban, tenían una apoyatura filosófica.

¿Hoy no existe eso?

No, hoy no existe. Si analizás las discusiones de antes, era común citar a filósofos o recurrir a conceptos del campo de la filosofía; eran discusiones de otro calibre, en el terreno de las ideas. A mi entender, ha decaído mucho la formación intelectual de la clase política.

¿Es posible bajar la filosofía a tierra con temas de la agenda política? No me voy a referir al aborto, que es un tema político hoy, en el cual hay nítidamente implicadas posiciones filosóficas, pero por ejemplo, los temas de seguridad ¿pueden tratarse desde la filosofía?

Una de las columnas recientes que desarrollé en TV Ciudad, fue sobre el tema de la inseguridad. Hay fundamentos para ese tema. Cuando lo abordé aparecía la figura de Thomas Hobbes, con la idea del Leviatán, cómo se formaba el Estado moderno y cómo aparecía como un agente central el tema de la seguridad, de que el fundamento primero de los Estados modernos era la reunión en torno a la seguridad. Desde ahí se puede establecer un vínculo con la obra de Hannah Arendt y el tema de la crisis de autoridad, y cómo esta puede vincularse claramente con la inseguridad. Todos estos temas se pueden rastrear desde una perspectiva filosófica; a los filósofos no les ha sido ajena la problemática social. ¿Qué hicieron casi todos los filósofos de cierta importancia? Pensaron su momento, su tiempo. Y los grandes problemas de la historia de la humanidad siguen siendo los mismos. Contextualizados, con variantes según la época, pero seguimos girando en torno a aquellos problemas que siempre ha tenido la humanidad. En el caso de la inseguridad, tiene que ver con el surgimiento del Estado moderno, por qué renunciamos a nuestro derecho de defensa propia, qué crisis hay en torno al pacto fundante, y esto vinculado a cierta crisis de autoridad que está emergiendo en nuestras sociedades. Se le puede dar otro tenor que simplemente limitarlo, como termina pasando en la discusión mediática político-partidaria, sobre baja de la imputabilidad sí o no.

Por otro lado, muchas veces se argumenta que los problemas de inseguridad se deben, en última instancia, a factores económicos. ¿Es eso o hay otras causas? La crisis de autoridad a la que hacés referencia ¿tiene una base económica?

A veces hay situaciones económicas que generan un mayor grado de inestabilidad en ese terreno. Pero también, en muchas sociedades que no están mal económicamente, estos problemas están presentes. Incluso nuestro país, donde hemos tenido un repunte económico y no estamos tan mal como hace diez o doce años, ha sufrido un aumento del problema de la inseguridad. Eso implica que más allá del factor económico, hay problemas con lo que tiene que ver -según mi opinión- con los valores.

¿Qué valores? Casi todos hablan de pérdida de valores, pero ¿a cuáles te referís?

Creo que hay una pérdida de cierto sentido vinculado a lo colectivo, y quizás una híper individualidad. En general hay una menor puesta de límites en las familias.  Entonces, en generaciones que tienen como objetivo lograr cosas de manera casi inmediata, con cierta ajenidad respecto al otro, aparece la carencia de límites. Eso sucede en los núcleos familiares, y quienes somos docentes lo vemos en la deslegitimación de ciertas figuras que antes, por su sola presencia, generaban cierta referencialidad positiva.

Ahora bien, ¿dónde está el límite entre el principio de autoridad y el autoritarismo?

El autoritarismo se impone por la fuerza; la autoridad se legitima por un valor positivo de la figura que la ejerce. Eso se ha ido perdiendo y se ha establecido una horizontalidad, que en alguna medida es positiva. Está bien cuestionar ciertas referencias de autoridad que pueda tener una sociedad; si no, no se producirían los cambios sociales y se reproducirían ciertos valores sociales de una cultura y no habría un cambio de cabeza. En ese sentido, está bien. Pero pasamos a otro extremo, que es deslegitimar esa presencia y asociar la autoridad legítima a algo autoritario. En el caso de los docentes lo vivimos a diario en el aula, donde existe una desvalorización de lo que puede trasmitir, porque además, esto de lo inmediato está presente en lo educativo. Lo educativo y la construcción de valores no es algo que pueda producir sus efectos al día siguiente.

Compre ya, adelgace ya, sea linda o lindo ya.

Efectivamente. ¿Cómo podemos los docentes contrarrestar esa situación? Es muy difícil.

Esa concepción se ve también en dirigentes políticos, de todos los sectores. Me refiero a cuando se habla de una educación que sirva para el mercado de trabajo. Eso ¿no es una forma de desvalorizar el pensamiento crítico?

Sí.

Más allá de que es necesario también que haya una preparación para el mercado de trabajo.

Está bien, pero sistemáticamente se ha agudizado esa situación. La reforma Rama había dado un paso en ese sentido, y la izquierda había tenido un discurso históricamente opuesto, de fomentar el pensamiento reflexivo, crítico, que la educación no podía estar meramente vinculada al mercado laboral. Sin embargo, si ves el discurso de Mujica en ese sentido, vinculado a la UTU -no hay que crear falsas oposiciones, está bien fortalecerla- ha ido en detrimento de esa formación humanística. Se ha extendido también cierta idea de universitarios provenientes del campo de las humanidades como parásitos, cuya reflexión no tiene una aplicación inmediata. Y se ha instalado un discurso que vincula, casi exclusivamente, a la educación con el mercado laboral. Las dos corrientes ideológicas dominantes en el país han tomado ese mismo posicionamiento. Se podía pensar antes que la izquierda podía ir hacia otro lado, y sin embargo se encaminó en la misma dirección que antes criticaba.

Capaz que eso es lo que se reclama, cuando te referías a la inmediatez.

Sí, sí, sí.

El asunto de cómo los chiquilines de secundaria se pueden insertar en un mercado laboral que exige determinadas capacidades.

Uno lo entiende, pero a la larga hay un costo en eso. Se puede vincular lo educativo a la urgencia laboral. Lo educativo ha terminado corriendo atrás de esa perspectiva. Si generás personas aptas para el mercado laboral, pero carentes de capacidad reflexiva que, eventualmente le permita cambiar de situación, pueden quedar estancados y sin posibilidad de reciclarse. Lo intelectual te da capacidad para generar otros espacios que no sean únicamente los de tu formación técnica.

Vos referías que antaño los políticos se basaban en filósofos para las discusiones.

Estaban más presentes.

Hoy, cuando se da Filosofía en Secundaria, ¿se estudian autores contemporáneos?

En los programas están contemplados algunos autores contemporáneos, pero sigue siendo mínimo.

Más allá de que los problemas o debates filosóficos puedan ser los mismos a lo largo de la historia de la humanidad.

Es cierto, pero más allá de que sigan siendo los mismos, importa mucho lo que cada generación discute sobre esos mismos problemas. Un poco la "gracia" de la indagación filosófica es que cada tiempo pueda repensar esos problemas. Los problemas no son atemporales, sino quedaríamos en Platón y Aristóteles, que básicamente tocaron casi todos los grandes temas. Volviendo a tu pregunta anterior, aparecen algunos autores contemporáneos y hay un esfuerzo de aggiornar los programas. En lo particular, trato de involucrar a más autores de los que están presentes en el programa y traer algunos contemporáneos y que están vivos y los tenemos entre nosotros.

¿Existe un pensamiento filosófico uruguayo?

No sé si con la característica de decir que hay un color local. Lo que sí hay es producción local, que no es muy grande, pero sí hay una tradición de autores de relevancia. El propio Vaz Ferreira fue una especie de griego exportado al Uruguay. Contextualizó problemas tocando temas de esa tradición universal de la filosofía. ¿Hay autores uruguayos que traten exclusivamente la situación uruguaya? Probablemente no. Pero sí hay autores que tomando los problemas universales de la filosofía han intentado dar una perspectiva local. Tenemos una tradición filosófica que, lamentablemente, no se difunde como se debería. Si pensás en los grandes centros de producción filosófica -los franceses, alemanes, los países anglo-sajones- andan por el mundo exportando su producción. Nosotros tenemos pruritos, y por intentar no ser provincianos acabamos siéndolo. No puede ser que no exista una cátedra de Filosofía Uruguaya en la Facultad de Humanidades. Hay autores; el libro "Pensamiento uruguayo", de Horacio Bernardo y Lía Berisso lo muestra claramente.

Sos docente en Secundaria pública.

Sí.

Nadie discute que la enseñanza atraviesa una época decadente. ¿Cómo se puede revertir eso?

Creo que hay un decaimiento en lo que podría definir como el capital cultural. Y hay una contracultura respecto a la formación que teníamos en otras generaciones, que tiene que ver con ese bombardeo en el cual participan a veces los medios de comunicación.  Últimamente la tarea docente se está convirtiendo en un espacio de resistencia contrahegemónica. Cuesta muchísimo esfuerzo lograr que los muchachos se acerquen con cierto interés al estudio. La capacidad de acercamiento a la lectura, por fuera de la institución, es cada vez menor. Hay cada vez más una mayor presencia de lo "entretenido" y se va plasmando la idea de que lo educativo es algo aburrido. Si a eso le sumamos lo que hablábamos de lo inmediato, tenemos el combo completo.

Entonces, ¿todo tiempo pasado fue mejor o se está construyendo un tiempo nuevo con posibilidades?

No, no todo tiempo pasado fue mejor. Los docentes tienen que acercarse a formas de conocimiento que las nuevas generaciones han ido incorporando. Hoy hay formas cognitivas y de aprendizaje mucho más vinculadas a los medios audiovisuales. Eso hay que tenerlo en cuenta. Por lo visual, las nuevas generaciones captan conocimiento, más allá de la lectura tradicional del libro. Pero tampoco podemos irnos al extremo de intentar "didactizar" todo en términos de convertir la enseñanza en un entretenimiento audiovisual. Hay que buscar el equilibrio, y asociar los problemas filosóficos a los problemas cotidianos que puedan tener los adolescentes. Lo decía el otro día en una de las columnas: tal vez tenemos aún un profesorado muy vinculado a una formación que tiene que ver con la modernidad y la Ilustración, en instituciones que son hijas de esa etapa de la industrialización, intentando educar y encontrar un sentido mutuo con alumnos que son hijos de la posmodernidad. Este conflicto lo ves latente todo el tiempo en al aula. En ese sentido es una situación de crisis.

Siguiendo con este esquema: ha habido un abandono masivo de la educación pública por parte de ciertos sectores con capacidad -y a veces no tanto- para hacerlo. Por otro lado hay una población importante, sobre todo a nivel urbano y en especial en Montevideo, que vive en asentamientos. Con ese paradigma, ¿no estamos corriendo el riesgo de formar y perpetuar una clase dirigente por un lado y un sector postergado por otro? Parecería que ese Uruguay integrador de la escuela pública de antaño ya no existe, y no tiene retorno.

Ya desde hace bastante tiempo se están abriendo brechas. Mucha gente que hace un esfuerzo e intenta salirse de la educación pública, quiere escapar de ciertas situaciones que se están dando en la misma. La masificación de la educación, su universalización, ha llevado a incorporar situaciones nuevas. Muchas veces, las propias instituciones no saben cómo responder a esas situaciones. Hay cada vez más intentos de equipos interdisciplinarios, fundamentalmente en los institutos de contexto crítico, de paliar situaciones de desintegración social. A raíz de eso, lo estrictamente educativo, lo que tiene que ver con los contenidos, comienza a quedar relegado a un segundo plano; las instituciones pasan a convertirse en espacios de contención social. Hay situaciones realmente jodidas, para no usar eufemismos. En muchos casos, intentás integrar a los gurises para que adquieran capacidad de convivencia. Los docentes egresamos del IPA con la intención de impartir las clases con los contenidos para las cuales nos formamos, y terminamos, fundamentalmente en el ciclo básico, ocupando unos cuantos minutos para que los alumnos entiendan que están en una situación áulica, en una institución formal; que hay determinadas cosas como insultar y golpearse que no se pueden hacer. Pareciera que primero hay que socializarlos para estar en una institución. Al final, la institución se termina convirtiendo en un espacio de contención social y de intentar paliar situaciones, como ausencia o desintegración familiar y otras. El docente comienza a cumplir papeles que no le corresponden y para los cuales no estamos formados. No estamos formados para ser psicólogos o asistentes sociales. Hay instituciones que no tienen estos profesionales, y la cosa termina explotando en el aula. Terminás cumpliendo roles que hacen que los contenidos queden relegados. Todo esto contribuye a aumentar la brecha a que referíamos. Quien hoy le puede escapar a lo público, lo hace, y genera un plus diferencial.

Ese quiebre social no es nuevo.

No, ya viene de un par de generaciones.

Sí, hay generaciones nacidas en los asentamientos.

Ese es el tema. No es la primera generación, es algo que ya está instalado. Ya viene de atrás la pérdida del valor del estudio o el respeto por ciertas referencialidades positivas. ¿Cómo lidiás con eso? Por ejemplo, a veces cuando llamás a los padres, ves que hay una reproducción valorativa.

¿Cómo te definirías ideológicamente?

Me he ido corriendo desde una izquierda tradicional a definirme actualmente como un liberal de izquierda.

¿Son compatibles el liberalismo y la izquierda?

Sí. El liberalismo en términos ideológicos no tiene nada que ver con el neoliberalismo en términos económicos. Los grandes valores de la Revolución Francesa y de la Ilustración, están en el seno del pensamiento liberal. Tengo un talante de búsqueda de la justicia social, que creo que ideológicamente se sigue dando en la izquierda. La derecha sigue teniendo una cierta insensibilidad en ese punto. Hay que apuntar a que la distribución económica ayude a los que están más hundidos en la sociedad. Con todos los defectos, creo que eso sigue estando más presente en la izquierda.

¿Hay derecha en nuestro país? Porque nadie se define como de derecha. De la misma forma que en la izquierda nadie se define como socialdemócrata.

Tal vez hablaría en términos de ser más o menos sensibles en el campo de la justicia social. Creo que ahí se establece una divisoria y marca una diferencia. Eso, para mí, aún traza las fronteras entre izquierda y derecha. Creo además que la izquierda está más vinculada a la concepción socialdemócrata, independiente de que alguien lo diga o no.

¿Se puede vivir de la docencia?

Depende de  la cantidad de horas que tengas. El problema es que cuando sumás muchas horas de clase y andás corriendo de un lado a otro, eso termina influyendo en tu trabajo. Si das 20 horas de clase, es como si tuvieras 40 de trabajo, porque tenés que prepararlas -no podés caer a improvisar-,  instancias de evaluación, etc. El tema es que acá los sueldos son bajos en comparación con el costo de vida. Un docente recién egresado gana alrededor de 13.000 pesos con una unidad docente (20 horas de clase). Esa persona en general anda entre los 20 y 30 años; ¿qué hace? No puede alquilar, porque el sueldo se le iría en pagar la vivienda. ¿Cómo vive entonces?

¿Vuelve el Proyecto Arjé?

Sí, la idea es retomar la publicación de la revista y algún ciclo de charlas. Tenemos que volver a tomar impulso y generar los espacios; hay que movilizar las neuronas e incorporar diferentes miradas.

jueves, 13 de junio de 2013

El aborto, un asunto privado

Estimados, comparto este breve artículo que he escrito referido a la despenalización del aborto, en momento que el tema vuelve a estar en el tapete público, a raíz de la convocatoria de referéndum del próximo 23 de junio. Justamente, este tema será el que aborde en mi próxima columna televisiva del jueves 20 en el periodístico Ciudad + (Tevé Ciudad).

Los invito a debatir –con el debido respeto frente a un tema que es delicado y nos moviliza a todos- en este espacio del blog.

El aborto, un asunto privado

En lo personal, creo que el aborto siempre es una instancia triste, una experiencia indeseable, de manera tal que su práctica no me simpatiza en absoluto (imagino que a nadie, por cierto), pero decididamente estoy a favor de su despenalización. Y no hay en esto contradicción alguna. Al respecto, el primer error importante de la discusión pública sobre este tema es el que plantea el tema de la despenalización del aborto en términos de estar a favor o en contra. El tema no pasa por ahí, sino por considerar si –tengamos la opinión que tengamos sobre la práctica abortiva en concreto- es un acto penalizable o no. En este sentido, el problema pasa por dilucidar si el hecho de abortar afecta en modo alguno la moral pública o los derechos de alguien –y, por lo tanto, es digno de ser penalizado- o si es un acto que no afecta ningún derecho ajeno y que pertenece a la esfera de la moral privada (y en ella debe resolverse).

Sobre este último punto, entiendo que la línea que separa un ámbito del otro es el del nivel de afectación: o sea, el hecho de si la acción privada de un individuo atenta o no contra el derecho de otra persona. Y en el caso del aborto, no se afectan los derechos de otra persona (el feto no lo es y sobre esto me refiero específicamente unas pocas líneas más adelante), ni se afecta la moral del grueso del cuerpo social, por lo cual es un acto absolutamente privado. Y si entendemos, entonces, que ese acto forma parte de una moral privada que no viola los derechos de nadie, se convierte en algo que es moralmente permisible: es, en definitiva, un problema de la conciencia privada del sujeto que lo practica.

El que una acción sea moralmente permisible no supone que no sea moralmente criticable, pero sí supone que es una alternativa que moralmente está permitida escoger, nos simpatice o no, nos resulte criticable o no, en tanto -insisto- no afecta los derechos de ninguna persona. Algunos discrepan particularmente con este punto, pues entienden que se afectan los derechos del feto. Esa discrepancia, a mi entender, carece de fuerza argumentativa, pues resulta evidente que el feto no califica como persona. Y el que potencialmente lo sea, no lo convierte en tal y no es sujeto -por lo tanto- de ningún derecho (el tener derechos, a su vez, supone el tener intereses, deseos, preferencias, etc, algo de lo que evidentemente carece un feto). Es un absurdo plantear la "protección jurídica" de un feto. El ser sujetos de derechos requiere el ser efectivamente –y no potencialmente- una persona. Y el ser una persona supone estar dotado, entre otras cosas, de autonomía. Y, justamente, el feto no es un ser autónomo. Por el contrario, sí es una persona autónoma y portadora de derechos, la mujer que aloja en su cuerpo al feto.

Sobre esta última acotación, entiendo que no podemos otorgarle al feto –como a nadie- el derecho de utilizar el cuerpo de otra persona contra su voluntad. La “necesidad” de un “cuerpo ajeno” que el feto tiene solo puede ser “cubierta” a partir de la voluntad de la mujer de llevar adelante su embarazo. Y, en tanto es un acto que pertenece a la moral privada, no podemos en nombre de ninguna forma de moral pública obligar a una mujer a que -en contra de su voluntad- permanezca embarazada y cubra esa “necesidad fetal”. Un embarazo no puede resultar ser una cuestión que deba estar supeditada al “beneplácito moral” de terceros.

La intencionalidad del embarazo es un acto privado. A nadie se le ocurre que sería correcto meter preso a quien usa algún medio anticonceptivo, en tanto evita de esa forma una vida potencial. Nadie –salvo algún fundamentalista “pro-vida”- diría que el uso del preservativo, por ejemplo, supone un homicidio premeditado, pues atenta contra el derecho a la vida de ese potencial ser que podría gestarse. ¿Pertenece a la esfera de la moral pública el uso de los anticonceptivos? ¿No es acaso un acto privado, que remite a la conciencia de cada uno? ¿Tomar la pastilla del día después no es una forma de abortar? De alguna manera lo es. Y no he escuchado, sin embargo, la ocurrencia de penalizar tales asuntos, porque ciertamente parecen claramente pertenecer a la esfera de lo privado. Y lo mismo sucede si no han existido esos cuidados y abortar es el único recurso que –lamentablemente- queda. Reducir el debate a un momento específico de esa etapa en la que no hay una persona, sino un feto, es solo una forma de seguir confundiendo el asunto. Si abortas esa potencial persona utilizando un preservativo, tomando la “pastilla del día después” o practicando un aborto, el resultado parece ser siempre el mismo. Sin embargo, hay una diferencia sustancial: no conozco ninguna mujer que se haya muerto por usar un método anticonceptivo. En cambio, muchas mujeres sí mueren por tener que abortar de manera clandestina.

Cuando la mujer lleva a término su embarazo, cuando se convierte efectivamente en madre, ahí sí tenemos que su intencionalidad se transforma en un acto que supone la posibilidad de la intervención penalizadora de la autoridad en nombre de la moral pública que sustenta a las leyes –y que, por ejemplo, pueda darse que recaiga sobre ella la penalización por delitos de omisión a esa responsabilidad asumida-. Y si una madre mata a su hijo nacido es un crimen gravísimo -a la luz ya de la moral pública y en virtud de esa intencionalidad y responsabilidad asumida por la madre respecto de su hijo y con la sociedad en su conjunto- pero no supone delito alguno el decidir  interrumpir un embarazo, asunto que en ese entonces aún pertenece a la esfera de la moral privada. La intencionalidad o no de ser madre es lo que separa la frontera entre lo público y lo privado. Y esa intencionalidad es un acto voluntario y privado. Si una mujer decide tener un hijo – el cual al nacer ahora sí se convertirá en una persona con derechos-, se expondrá a la ley fundada en la moral pública, pero –insisto- si decide no llevar su embarazo a término, es algo que quedará en la esfera de lo absolutamente privado y no debe dar cuenta alguna más que a su propia conciencia.

En ese sentido, creo que no solo el aborto no es penalizable, sino que tampoco es pertinente someterlo a una consulta pública. No es un acto que deba ser juzgado públicamente. Lo único que corresponde desde lo público, particularmente desde las autoridades, es legislar de manera tal que se pueda brindar toda la ayuda posible para que ese acto privado no se transforme en una tragedia pública, o sea, brindar todas las condiciones necesarias, todos los apoyos posibles -que eviten desenlaces fatales y minimicen secuelas físicas y psicológicas-, a las mujeres que deciden interrumpir su embarazo no deseado.


Por último, quisiera decir que aunque no comulgo con ciertos argumentos de radicalizada militancia de género que presentan a la mujer como la única capaz de poder decidir sobre este tema -planteando una especie de “dictadura” a partir de su cuerpo y su “ventaja” respecto del hombre en la capacidad biológica de embarazarse, hasta el punto de presentar a la mujer como la única efectivamente autorizada para opinar-, he de decir algo que -aunque va a resultar imposible de demostrar- intuyo que efectivamente sería así: si los hombres fuésemos los que quedáramos embarazados, el aborto no sería un problema a discutir, porque probablemente nunca hubiese sido ilegal y penalizable, sino quizás hasta un heroico acto privado (“¡Por qué hay que ser bien machos y tener huevos para abortar!”, me animo a profetizar que diría más de uno).

sábado, 8 de junio de 2013

El amor como principio político

¿En qué medida el amor puede suponer un principio político? Tomando como disparador unas declaraciones de Mujica para la televisión española, en mi columna de esta semana en Ciudad + (el periodístico central de Tevé Ciudad) trabajé el vínculo entre el amor y la política, trayendo a escena a Platón, Badiou y Bauman. 

Los invito a ver la columna y a seguir dialogando sobre el amor y la política, en este espacio del blog y/o en el sitio en Facebook del programa: http://www.facebook.com/ciudadmas?fref=ts y/o a través del espacio en Youtube de la columna.


La columna la ven acá mismo y/o en: http://youtu.be/lB-G-aOWjoQ

Y los espero con una nueva columna el próximo jueves, sobre las 19:30 (el programa, que vale la pena ver completo, comienza a las 19:00), en la pantalla de Ciudad + (quienes no tiene cable lo pueden ver en vivo online en: http://adinettv.com.uy/canal/69), donde abordaré el tema de la despenalización del aborto.